La narración ha sido utilizada desde siempre en nuestras escuelas, sin embargo, no ha sido explotada en toda su magnitud.
Pensar en que la historia puede ser narrada a partir del desarrollo historiográfico actual, alienta a que voces variadas y diversas puedan ser escuchadas en las escuelas. .
La narración permite un discurso más pegado a la vida, a las vivencias, a la experiencia. También abriga con naturalidad a pensamientos, sentimientos y deseos. Esto supone un desafío a los modos de enseñar historia porque pone en cuestión a las clases repletas de conceptos y procedimientos ajenos y distantes y porque invita a hacer escuchar la voz de los maestros y profesores y la de los propios alumnos junto a las ideas que aportan los historiadores.
La narración permite un discurso más pegado a la vida, a las vivencias, a la experiencia. También abriga con naturalidad a pensamientos, sentimientos y deseos. Esto supone un desafío a los modos de enseñar historia porque pone en cuestión a las clases repletas de conceptos y procedimientos ajenos y distantes y porque invita a hacer escuchar la voz de los maestros y profesores y la de los propios alumnos junto a las ideas que aportan los historiadores.
La narración alienta a dar puntos de vista, a expresar ideas, a contrastar las de los autores que nos plantean la historia desde su muy particular punto de vista o intereses personales e ideológicos.
En este sentido, se puede concebir a la escuela como un escenario privilegiado donde se produce un doble juego narrativo y de pensamiento. La escuela puede ser el lugar para dejar correr y reconocer el relato de quienes asisten a ella y, a la vez, ser el lugar de transmisión cultural, es decir, el lugar donde los alumnos enlazan su propia historia con la cultura, donde dan sentido a su ensayo en el mundo y se configuran como futuros hacedores de su existencia y su humanidad.
En este sentido, se puede concebir a la escuela como un escenario privilegiado donde se produce un doble juego narrativo y de pensamiento. La escuela puede ser el lugar para dejar correr y reconocer el relato de quienes asisten a ella y, a la vez, ser el lugar de transmisión cultural, es decir, el lugar donde los alumnos enlazan su propia historia con la cultura, donde dan sentido a su ensayo en el mundo y se configuran como futuros hacedores de su existencia y su humanidad.
Profra Rosa Isela Mar Sánchez.
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